Los ciudadanos que se oponen a la demolición del edificio de Can Vies, ocupado desde hace 17 años en el Barrio de Sants de Barcelona y utilizado como centro social, piden la dimisión del alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y lo hacen con una cacerolada, que es una protesta de alto valor simbólico y por supuesto pacífica. Quedan atrás días de disturbios, quema contenedores, coches y rotura de mobiliario urbano por valor de varios cientos de miles de euros y la amenaza de que esos altercados violentos continuarán.
Es demasiado habitual que en la capital catalana sucedan hechos como éstos y cada vez que los veo por la televisión pienso que Barcelona no se merece sufrir con tanta frecuencia la violencia de los antisistema. Los vándalos encapuchados han tomado la Ciudad Condal como campo de batalla para cualquier cosa y con cualquier pretexto, y cuando los informativos hacen balance de…
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