Los padres de la constitución se han ido muriendo unos y volviéndose tarambas otros. Es evidente que todas las personas tienen derecho a evolucionar, a cambiar de opinión o incluso a apostatar, que es una figura que a mí siempre me ha resultado muy atractiva porque consiste en hacer un documento público ante la institución de la que quieres separarte, diciendo que no los soportas.
En ese sentido los catalanes están más cerca de la apostasía que de su derecho a decidir colectivamente su futura forma de ser como entidad jurídica en el contexto nacional e internacional.
Pero como me estoy liando y alejándome de mi argumento inicial, que hacía referencia a los ponentes constitucionales, voy a centrarme en Miquel Roca, un abogado de éxito, con una minuta que ya la querría para sí más de un adinerado empresario, que es un buen lobbista y que durante años era la…
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