Mi amigo Juan Cabrera lleva tiempo cultivando con ahínco una úlcera de estómago, pero no quiere evitarla porque le va la marcha. No soporta lo que pasa en España y mucho menos a quienes deberían evitar que pasara, y eso le trae a maltraer.
Él es un excelente periodista que durante años ha trabajado con vocación, inteligencia y pasión en todo lo que la suerte y la vida le han puesto por delante, pero ha llegado a ese momento – del que yo también participo con convicción – en el que ya le da lo mismo ocho que ochenta, y ha colgado en la percha más cercana de su casa de San Lorenzo de El Escorial, o quien sabe si de la que, con ilusión de un niño, rehabilita en Asturias, las formas que sostenía cuando llevaba corbata, y el vocabulario de lo políticamente correcto al que, aunque fuera a…
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