Dicen que el tonto es aquel que coge la linde, se pone a caminar, se acaba la linde y sigue caminando. Esta definición le viene como anillo al dedo a quienes en vez de tontos son perversos o fanáticos, o a quienes su odio al que piensa de forma distinta no les permite discernir entre la crítica y la descalificación total, el insulto personal y la incapacidad para soportar la existencia civil y política del rival.
Esos son los que yo llamo “de pensamiento único” porque son incapaces de criticar a los suyos aunque hayan cometido el más grave de los delitos y dedican todas sus energías a poner a parir al contrario. A mí me critican algunos porque reparto estopa, cuando procede, hacia un lado y hacia otro, pero creo firmemente que no merece la pena sindicarse con un bando porque se acaba siendo un bandolero.
Digo esto porque…
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