entre lo sublime y lo ridículo

5 11 2012

El otro día le escuché  a un amigo que hubo una época en su país en la que “ser argentino era un oficio complicado” y salvando las distancias creo que en estos momentos para bastantes personas ser catalán no es un asunto fácil.

Me consta que  resulta difícil disentir de la doctrina oficial del nacionalismo catalán porque para algunos eso significaría la muerte civil. Los periódicos se quedarían sin las renovadas y millonarias subvenciones que les ha dado la Generalitat en tiempos de crisis, cuando dice que no tiene dinero para la sanidad de sus ciudadanos, y los empresarios o personas bien consideradas perderían el favor del poder y serían señalados simbólicamente con la estrella de David amarilla, en sus chaquetas.

Significarse en contra de la deriva soberanista en Cataluña hoy resulta casi heroico porque cuando el jefe del gobierno se chuta cada mañana una dosis  de independentismo, mezclada con otra de sentimiento mesiánico y unas gotas de desobediencia civil, hay que tener mucho arrojo para salir a la plaza pública y decir que el molt honorable está pasado de rosca y que quiere llevar a los catalanes a un precipicio político y económico.  Tal vez por esa razón hay muy pocas firmas de intelectuales catalanes en el manifiesto que algunos han firmado contra la ola independentista en Cataluña.

Sin embargo  los gestos de los independentistas son propios de gente que está “más pallá que pacá”.  Lo sublime con frecuencia roza el ridículo, y en Cataluña llevan ya un tiempito instalados en el esperpento, por eso realmente no sé por qué hay tanta gente en el resto de España que se está tomando en serio y con tintes dramáticos lo de la independencia  cuando los nacionalistas de allí y su cohorte  mediática  no hay día que no hagan el ridículo. Si el hijo de Messi nace a las 17,14 se arma un gran revuelo y se subraya que coincide con el momento escogido por el Nou Camp para gritar por la independencia de Cataluña. Si Mas se va a Moscú acompañado de más de 30 personas y lo único que consigue es hacerse una foto en la Plaza Roja porque allí no le ha recibido ni un mísero Director General del gobierno de Putin, los periódicos hablan de gran éxito, y si  el Presidente de la Generalitat quiere exhibir el potencial futbolístico catalán se hace una foto con los equipos de segunda A y segunda B, junto con el Barça y el  Español. ¿Hay quién dé más?